12.5.13

Lo que es natural, no cae bien a todos

Impedir la creatividad es uno de los crímenes más serios. Una voz te dice que eres muy fría al escribir. Otra te alega que eres muy mecánica. Una más te hace pensar que deberías escribir poesía si lo que pretendes es crear literatura. Tantas voces que intentan apagar esa pequeña luz interna; es pequeña porque está en proceso de renacer. A quién creerle es un misterio. ¿De verdad se es tan predecible, tan sistemática, que ni siquiera hay espacio para darse cuenta de eso mismo?




Una grulla que no sabe cómo volar. Cuelga del techo, está quieta, es de papel. No sabe cómo continuar. Recibe un soplo, se mueve un poco. Recibe otro, se dirige al lado contrario. Pero de lo que no se da cuenta es de que pende de un hilo, uno que siempre regresa a su posición por mucho que el aire lo trate de manejar. Ese hilo quizás sea también el que no permite que la grulla vuele. Sin embargo, tal vez el papel de la grulla no es agitar las alas, por mucho que haya escuchado sobre eso. Posiblemente no necesita moverse de sitio, y sólo debe confiar en que el hilo la hará vivir. Que por mucho que varias bocas intenten soplar, ese hilo jamás se romperá a menos que sea la grulla la que, en su intento de encontrar otra misión para la que no nació, se suelte, caiga y sea guardada en una gaveta, pues no hubo tiempo para más. En ese entonces sabrá lo tonta que fue. Pensará, y con razón, que es demasiado tarde para reconciliarse con su hilo. Todo porque el aire la convenció de que su misión era volar.








P.S. Trato, trato, trato de mantener este blog con publicaciones seguidas. Me está costando. Creo que sé por qué es, y por esa misma razón busco no sentirme culpable. Pero quisiera escribir aquí más seguido. Es probable que publicaré poco hasta junio, cuando pondré en marcha algunos cambios. Por ahora estoy muy ocupada, y serán tres semanas interminables. Ya veré cómo me va... ¡Los quiero! En un momento les contestaré sus comentarios, y mil gracias por seguirme.